Sierra Maestra y Santiago

El tiempo pasaba y contaba mas de 3 semanas en la isla. Se acercaba una etapa fija en mi viaje, que junto a la de la Habana iba a ser la mas importante. Llegue a Bayamo, la poblacion populosa mas cercana a la Sierra Maestra. Alli, quien sabe si inspirado por los ecos de la revolucion librada por Fidel, raul y el Che, senti de nuevo la necesidad de la aventura. Harto de las comodidades y del congelante aire acondicionado del autobbus turistico, me dispuse a vivir por un pequeño lapso de tiempo a la menera mas cubana posible. Cargue la mochila, agua y viveres y poco dinero y me enrole en los denominados camiones, transportes publicos libres a todo el mundo; todo el mundo que sea capaz de soportar un durisimo viaje en la parte trasera de un camion cubierto con una lona y con 30 personas mas de las que parecerian razonables. Llegue a Yara, un pueblo que desconocen las guias, de alli una maquina, o taxi multipasajero a B. Mason y de alli, gracias a un toque de suerte, que me falto a la vuelta, en un camion y por una tortuosa carretera a Santo Domingo, pueblo a las faldas de la Maestra. Alli el tiempo se relentizo casi hasta detenerse. Aun a pesar de llegar antes de las 11 de la mañana, mi guia, que me fue impuesto, estimo oportuno empezar temprano al dia siguiente la caminata. Mi objetivo era doble: visitar la sierra en donde se libro la guerra revolucionaria a finales de los años 50, que libero a Cuba del sangrante dictador Batista, titere del gobierno de los Estados Unidos y segundo subir al pico Turquino, tambien escalado por el Che y compañia, que sin ser muy elevado (1950 m), el hecho de empezar la caminata a escasos 250 metros de altitud y teniendo en cuenta las exigencias del clima tropical, convertian la excursion en algo no trivial. Siguiendo al guia, un tipo extravagante, quejoso a mas no poder, pero buena gente, cargue agua, unas libras de arroz, conejo y otras viandas y nos tiramos al monte; mas bien a la selva, con un calor y humedad record. El ascenso lo dividimos en dos duras etapas. Pasamos la noche en un bohio, o caseta de vigilancia, en una quietud extrema. Como todo esfuerzo, arribar a la cima fue una gran alegria. Contemplando el busto de Marti, retrocedimos los pasos dados, hasta regresar a Santo Domingo. Alli empezo otra aventura, pues el carisimo pago de la entrada del parque y el dormir me habia convertido en cubano, en cuanto al poder adquisitivo. Esperamos infructuosamente durante 5 horas a que algun camion o carro nos devolviera a la civilizacion. Agotados probamos suerte al dia siguiente; cuando el sol alcanzaba su maxima altitud en el cielo, urdimos un plan para salir en un carisimo taxi, pagado en gran parte por dos inocentes holandeses, habida cuenta de nuestra escasa plata. El ultimo destino antes del regreso a la Habana era Santiago de Cuba, una feota ciudad, de importancia capital en el buen desenlace de la revolucion. La ciudad celebraba la fiesta del Caribe, con ruas animadas por la calle y conciertos en la noche. A parte destaco la visita al cuartel Moncada, primer objetivo de los ataques de Fidel contra el sistema. 15 horas de viaje en horas de la noche me devolvian donde habia comenzado todo. Tuve tiempo de saborear la capital por ultima vez y hacer una cena fiesta de despedida con mis buenos amigos Aliet, Carlos y Aramis. Con no mas de dos horas dormidas y con el sabor y efectos del ron Habana Club, vole a mi nuevo destino, la teoricamente peligrosa Colombia. Y alli me encamine a tumbar uno mas de los muchos mitos que iban cayendo en el viaje...